El
camino de acción - parte 2
Por Sheij Mohammad Abdullah Ansari
Escribí
en la parte anterior de esta serie:
“Las
enseñanzas de Cristo y de Muhammad (la paz sea con ellos) son, en realidad,
métodos para lograr la “iluminación”, la “realización”, el “nirvana”, la Unidad
con Dios. Todas ellas son expresiones que aluden a la razón por la cual estamos
aquí en la tierra, y que consiste en aprender cómo sintonizarnos con la
frecuencia divina. Si pudiéramos hacer lo que ellos nos explicaron, lograríamos
inmediatamente la meta, conocer a Dios y lograr la iluminación. Sus palabras eran (son) el método.”
¿Qué
dijeron los profetas? No estamos
hablando de rituales, detalles en la forma de orar, ropa, comida, ni nada de
eso. Vamos a analizar exactamente qué
era lo que los profetas estaban diciendo.
¿Cuál es la esencia de las enseñanzas de todos los miles de profetas que
han existido?
Jesús
dijo, “Les aseguro que si ustedes no cambian y se vuelven como niños, no
entrarán en el reino de los cielos. El más importante en el reino de los cielos
es el que se humilla y se vuelve como este niño" (Mateo 18:1-5)
Al
nacer estábamos íntimamente conectados con Dios. Pronto esa conexión empieza a
debilitarse, primero con necesidades físicas, luego, poco a poco, con deseos,
pues vemos cosas y las queremos. Al principio es por curiosidad, pues es parte
del proceso de aprender los asuntos de la vida material. Al crecer estamos tan distraídos por el mundo
y sus cosas que olvidamos a Dios, así la conexión con Dios disminuye hasta no
ser más que un murmullo en un lugar profundo del ser. Estamos bombardeados de influencias ajenas,
como la familia, la sociedad y la cultura, con todas las exigencias que eso
implica. Y más, habitamos un cuerpo,
aunque el cuerpo no es quienes somos sino un vehículo en el que Dios nos
instaló para viajar por el mundo material.
Ese cuerpo tiene una historia, su ADN, con inclinaciones que provienen
de un largo linaje de ancestros;
inclinaciones tanto buenas como malas pero que no son nuestras.
Además
Dios nos ha dado un aparato para maniobrar en este mundo de energía densa –el
nafs-. Parte del trabajo del nafs es
protegernos. Pero el nafs también se
distrae por el mundo y cae preso de influencias mundanas, de condicionamientos
ajenos, de las cosas del mundo. Ahora,
separados de Dios, al menos conscientemente, empezamos a sentir miedo porque
inconscientemente sabemos que somos totalmente dependientes de Dios. En un
esfuerzo para protegernos el nafs empieza a desarrollar una personalidad, el
ego, que es una personalidad falsa, una forma de mecanismo de defensa. Así, el
ego creado por el nafs funciona ya como un sustituto de Dios. Además, creemos que esa persona, el ego con
todos sus deseos, gustos y disgustos, y hábitos, es quien somos realmente. De
modo que ya desarrollamos una imagen de nuestro ser que está lejos de la
realidad. Sin embargo, todavía queda dentro, escondido profundamente en
todos, el miedo; el miedo original, el miedo de estar solos,
distanciados de Dios.
Pero
aun así, algunas personas, en algún momento de sus vidas, empiezan a sentir ese
miedo (aún si no lo reconocen como miedo) y empiezan a cuestionar y
preguntarse, pues sienten que algo está mal y quieren saber. Por una variedad de factores el apego del
mundo no se adhiere tanto en esas personas y por eso van buscando
respuestas. Esas sensaciones y preguntas
pueden conducir a periodos incómodos para algunas de ellas, y hasta causarles
problemas psicológicos. Con “suerte”
encontramos ayuda y empezamos el trabajo, el trabajo de quitar todas las capas
de basura que hemos heredado y el condicionamiento adquirido por las
influencias del mundo; empezamos la
lucha contra el nafs y su ego.
Podrías
preguntar por qué hace falta todo eso para “regresar a Dios”, regresar a donde
empezamos. La respuesta reside en la
misma razón por la que existe este mundo, la tierra. Aquí en un estado “normal” sólo vemos una
parte pequeña de lo que realmente existe, lo material. Este mundo y esta vida son sólo la punta del
iceberg. Continuaremos, inshallah…
La Tariqa
Sufí Islámica Qadiri-Rifai Ansariyya
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