La
respiración, la mente y la Energía Suprema
Por Maestro Mohammad Abdullah Ansari
Muchas escuelas de Sufismo, así
como escuelas de esoterismo occidental y de yoga hindú, ponen mucho énfasis en
la respiración y el aire. El enfoque
toma varias formas o niveles. Un factor incluye
el acto de respirar y la atención a la respiración lo que concierne al manejo
de la mente y otro factor es el aire mismo y su conexión con la energía
intrínseca, chi o prana.
El aire es una sustancia
invisible que nos da vida. Sin el aire,
morimos en unos minutos. La manera en que
respiramos es muy importante, afecta y es afectada por nuestro estado emocional
y espiritual. Un experimento muy
revelador es tratar de observar tu respiración durante todo el día. La primera cosa que vas a descubrir es que
tan difícil es mantener la atención en la respiración por mucho tiempo antes de
que la mente sucumba a otros asuntos: actividades, pensamientos o
emociones. Si logras mantener
consciencia de la respiración por un periodo prolongado mientras desempeñas las
actividades rutinarias de todos los días, verás como la respiración refleja o
es afectada por lo que está pasando a tu alrededor o más bien tu reacción emocional
a lo que está pasado en tu alrededor. La
respiración cambia continuamente según tu estado emocional – puede ser regular,
corta y rápida o hasta te encuentras dejando de respirar por completo.
En este nivel del uso de la
respiración, la meta puede ser muy practica – el control, el mantenimiento de la
respiración calmada y regular, tiene un efecto calmante y tranquilizante de las
emociones dándonos más control de nosotros mismos. Pero para lograr este resultado tan deseable,
tenemos primero llegar a un nivel de consciencia o presencia plena, despierto y
viviendo el momento presente, que es la otra meta practica de este práctica de
observar o mantener una consciencia de la respiración.
No hay nada más ‘ahora’, más de
este momento, que la respiración. ¿Qué
quiere decir con eso? El estado normal
del ser humano es todo menos que ahora o presente en el momento presente. Cada actividad, cada objeto visto y cada cosa
escuchada provoca pensamientos o cadenas de pensamientos relacionados con tal
actividad, objeto o asunto visto o escuchado.
Y esos pensamientos, conscientes e inconscientes, conciernan situaciones
u objetos del pasado con sus emociones correspondientes y/o el futuro con otro
paquete de emociones – miedo, esperanzas y/o planes la mayoría de los cuales no
tienen base en la realidad y no van a suceder.
El hombre o mujer normal sólo está presente cuando está profundamente
involucrada en un proyecto como trabajo o pasatiempo – y en ese caso está
generalmente en un estado de trance, no realmente despierto. Existe otro estado, un estado en que uno está
presente en el momento, funcionando como cualquiera pero con una consciencia
ampliada. Este estado surte al individuo
una visión más clara y extendida del mundo y de él mismo y lo protege de
emociones y pensamientos negativos.
La atención a la respiración es
un paso importante hacia este estado de consciencia elevada por varias razones
y niveles. La atención a la respiración
por si misma nos obliga a estar en el presente y nos obliga a prestar atención
o estar consciente de una multitud de acontecimientos, funciones y fuerzas
dentro y fuera de nosotros. Además, el
control de la respiración nos ayuda a controlar las emociones y la mente.
Las personas en
búsqueda de metas espirituales usan la respiración como una forma de
recordatorio del Ser Supremo. Baal Shem
Tov, el fundador de Hasidismo, una rama importante de Judaísmo, dijo, “Cada exhalación regresa a su fuente Arriba y
otro respiro llega y entra desde Arriba.
Sabes que tu no estás respirando sino que Dios, bendito sea, está
respirando en ti. Recuerda a Dios, Su
Misericordia y Grandeza con cada respiro.
La respiración nos da vida y la observación de ella nos despierta y nos
dará conciencia y sabiduría. ‘Todas las almas alaban a Dios con cada respiro’ (Salmos 150)”
Una práctica meditativa sufí junta
la respiración con el zikr (dhikr), la remembranza de Dios, repitiendo nombres
de Dios, como “Allah” con la inhalación y “Hu” con la exhalación, en todo
momento – una práctica similar a los Padres del Desierto, cristianos
pre-iglesia.
Los
casos o métodos arriba citados parecen sólo eso, métodos para ayudarnos a desarrollar
fuerza de voluntad, mantenernos más alerta a la realidad que nos rodea y a la consciencia
de la presencia de Dios. Mientras eso es
verdad, hay mucho más. El aire y la
respiración son más que aire y respiración.
Todo lo arriba mencionado no pasa con sólo desearlo, no es sólo una
conveniencia o truco. No es una
coincidencia que el aire y la respiración jueguen un papel importante en todas
las tradiciones místicas. Y aún más, el
aire y la respiración son aspectos centrales en todas las religiones formales
sin que la gente sepa – aunque no es obvio, la oración y especialmente el canto
y el cantar son ejercicios de respiración.
Hay
tres componentes que, cuando están funcionando correctamente y que están balanceados,
llevan al aspirante a un estado de Ver – un estado de consciencia en que el
mundo cambia su apariencia y el individuo empieza a ver con los ojos interiores
y otros sentidos empiezan a desarrollarse.
Esta trinidad se compone del aire, la mente y el cuerpo.
Si
eres científico o piensas con la racionalidad tridimensional, normal, del
hemisferio izquierdo del cerebro, dirías que el aire nos da la vida porque
contiene oxígeno y ya, eso es explicación suficiente. Pero nosotros queremos saber por qué el
oxígeno da vida. Es porque el aire y el
oxígeno contienen Hayy, aspecto divino de la vida. Hayy (se pronuncia Jayy) es uno de los 99
nombres de Dios (los 99 que usamos en la ciencia sufí). La fuerza que mueve, la energía que da
cualquier cosa su poder o sus atributos y característicos distintos, vienen de
la consciencia divina que es la base de la existencia o como dice Stephen
Hawking, uno de los científicos más importante en este momento, la mente de
Dios. Esta energía que dan poderes y
características distintas a cada cosa son ilimitados, como es Dios, pero los
dividimos en 99 partes por razones prácticas.
Como un carro no es sólo hecho de metal, plástico y otros materiales y
corre con gasolina sino que está hecho y corre por sus atributos divinos, poder
(al-Malik y al-Jalil), beneficencia (al-Rajim) y otros ingredientes divinos, el
aire saca su energía vital desde la fuente de todo poder y energía. Así que cuando respiramos, estamos inhalando energía
vital, una chispa de la esencia divina.
Pero esta energía no es completa, o sea, sólo está funcionando de una
forma parcial por los impedimentos que nosotros mismos echamos en la mezcla,
diluyendo su naturaleza divina y bajando su potencia y también le falta un
ingrediente, la consciencia de la mente.
La mente real o consciencia del corazón es el principal componente de la
trinidad de desarrollo espiritual.
Cuando una persona respira, la naturaleza material o tridimensional,
funciona como cualquier otra función corporal, a un nivel físico. Cuando conscientemente dirige la atención de
la mente a la respiración, el conjunto del aspecto multidimencional del aire y
la mente, nuestra conexión a estados y mundos superiores, libera la energía
vital llamado chi o prana. Este aspecto
del aire, que realmente está presente en todo lo que existe pero está a nuestra
disposición más fácilmente a través del aire, cruza dimensiones o niveles de la
existencia, haciendo posible una visión o consciencia más amplia de la
realidad.
Desde el principio de los tiempos el hombre ha usado ejercicios
corporales, el cuerpo siendo el tercer componente de la trinidad arriba
mencionado, para ejercer y desarrollar la habilidad de lograr esta presencia
plena o consciencia integrada que hace la energía vital fluir y elevar la conciencia
abriendo los sentidos interiores, llevándonos más cerca del la presencia y unificación
con Dios.
Yoga Sufí