El
camino de la acción - parte 3
Por
Sheij Mohammad Abdullah Ansari
“Tu tarea no es buscar amor, sino buscar y
encontrar dentro de ti mismo todas las barreras que has construido en contra
del amor.”
Mevlana Jalaluddin Rumi (1207-1273 AD)
Por
haber perdido la conexión íntima y directa con Dios por el apego a este mundo
material y por haber creado una personalidad imaginaria, una imagen de ser, un ego, la gente inconscientemente se siente perdida y llena de miedo. Para aliviar esa
sensación busca una forma de amor, el amor emocional. Esa forma de amor, en muchos casos, conduce al
sufrimiento porque está basada en la satisfacción del ego, en una necesidad
personal egocéntrica. Ese no es el amor
de que habla Hazrat Rumi en la cita de arriba.
El amor real no es una emoción sino una frecuencia que nos conecta con
la energía divina y la guía de Dios. En
términos prácticos, es decir, en la práctica, el amor real es como el amor
emocional pero sin interés, sin buscar algo como respuesta, sin
recompensa. Es amor por Dios expresado a
través del amor al prójimo. Amamos a
Dios a través de Su creación. Al no
buscar nada en el amor, algo interesante sucede: cuanto más amamos, más nos
aman los demás. Como hemos dicho, el
amor es la ausencia del ego.
En
la senda espiritual nuestra primer tarea es adquirir conocimiento, debemos
buscar de manera intelectual para saber qué es la realidad de este mundo, así
como la nuestra, y para saber qué debemos hacer para experimentar personalmente
la verdadera realidad: conocer, sentir y ver a Dios. Una vez que tenemos una idea de cómo son las
cosas, debemos trabajar para conocernos a nosotros mismos, es decir, eliminar todas las barreras que en nosotros
están bloqueando la esencia fundamental, el amor divino que todos tenemos
dentro. Nuestra realidad es divina pero
no nos sentimos nada divinos porque hemos construido una irrealidad encima. Y
la prueba está en eso mismo, en que no nos sentimos divinos y no actuamos como
divinos, de modo que algo está obstaculizando la realidad.
Todo
en el universo es orgánico. Todo nace,
crece y cambia de forma, y nosotros, los seres humanos, no somos
excepciones. Dios nos sacó de Su esencia
y nos envió hacia un proceso de desarrollo.
Nuestra alma empezó de una forma embriológica con el potencial para crecer. Fuimos por un viaje a través de diferentes
mundos, etapas de desarrollo (que por ahora no recordamos) hasta que llegamos
aquí al mundo material, la forma más densa de energía. Llegamos todavía incompletos con todavía
mucho que hacer para completar nuestro desarrollo y llegar a ser humanos reales
y completos (insan-i-kamil). El mundo de
energía densa nos brinda una oportunidad tangible para encontrar la Verdad y
experimentar la realidad de Dios.
Tal
como fue explicado en las partes anteriores de esta serie, nuestro progreso se
interrumpe por la propia naturaleza de este mundo tan atractivo y
tentador. Nos enamoramos del mundo y
olvidamos nuestra misión y nuestra realidad intrínseca. Pero la lucha contra
los obstáculos es la misma razón por la cual estamos aquí, la fricción de la
lucha, el choque entre lo positivo y lo negativo produce energía, y la energía
nos alimenta como la comida alimenta el niño y lo hace crecer, la energía
producida por la lucha, tanto interna como externa, hace crecer el alma, el
cuerpo energético con el que vamos a continuar la próxima etapa de nuestro
viaje espiritual, ya sea de regreso a la tierra o hacia otros mundos o
dimensiones.
La
parte anterior de esta serie terminaba diciendo: “…Pero aun así, algunas
personas, en algún momento de sus vidas, empiezan a sentir ese miedo (aún si no
lo reconocen como miedo) y empiezan a cuestionar y preguntarse, pues sienten
que algo está mal y quieren saber…”
“Quieren saber…” “Querer” implica
intención, búsqueda, elección. Este
mundo es el mundo del libre albedrío.
Nada pasa hasta que tomamos una decisión. Continuaremos…
La Tariqa
Sufí Islámica Qadiri-Rifai Ansariyya
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