Las emociones negativas y su naturaleza #2
Codicia, vanidad, enojo, orgullo, tacañería, odio, arrogancia,
altanería, exceso de miedo, envidia, impaciencia, prejuicio…
Por Maestro Mohammad
Abdullah Ansari
Cuando
pensamos en codicia generalmente pensamos en los súper ricos y su riqueza
exagerada o tal vez los comerciantes de nuestra ciudad que cobran más de la
cuenta o hacen trampas al pesar los productos.
Pero la verdad es que todos tenemos un grado de codicia y ahí es donde
debemos estar concentrando nuestra atención.
Todas las emociones o sentimientos negativos nos dañan de muchas formas,
psíquicamente, espiritualmente, materialmente y físicamente.
Primero
debemos analizar la codicia ¿qué es? En
su forma más amplia la codicia es deseo exagerado, de querer cosas en exceso más
de lo necesario, hasta querer lo que no es tuyo. También incluye la competencia, de tener más
que otras personas lo que tiene que ver con el ego y arrogancia.
Aunque
no queremos creer que lo anteriormente mencionado forma parte de nuestro ser o
personalidad, aspectos de ellos sí tenemos a un grado u otro – tenemos que
buscar esos atributos negativos en nosotros mismos – es sumamente importante.
La
codicia refleja apego a lo material, inseguridad y falta de fe, un mecanismo de
defensa para compensar un sentimiento de inferioridad, y más. La codicia nos hace esclavos del mundo
material y nos separa de nuestra realidad profunda, la conexión con la otra
dimensión y la guía divina.
Materialmente la codicia nos ciega y eventualmente conduce a fracasos
sociales y materiales, una vida solitaria.
Psíquicamente igual como lo espiritual el apego al mundo material corta
conexiones extrasensoriales posibles, conocimiento más allá de lo más básico o
tosco así como sensaciones de amor y compasión con amplias ramificaciones negativas.
Cada emoción y sentimiento tiene una sensación
física correspondiente y debemos intentar reconocerlas como guías para corregir
nuestro comportamiento.
Un
sufí es un faquir. Faquir no se refiere
a los faquires de la India, ascéticos, no, faquir en árabe significa
pobre. Un faquir es alguien que reconoce
que es pobre, que no es dueño de nada.
Eso no quiere decir que materialmente no tiene posesiones sino que sabe
que en realidad no es dueño de nada, que la idea de que le pertenece algo es
una ilusión, que todo lo que tenemos es un prestemo de Dios. Todo lo que tenemos puede desaparecer en
cualquier momento. Nuestro control de lo
que tenemos o no tenemos así como nuestra situación en la vida es
limitado. Curiosamente la cantidad de
control que tenemos se relaciona con la cantidad de control que nuestras
pertenencias tienen sobre nosotros. Lo
más normal en el mundo es que la gente es controlada por sus pertenencias.
Tú
puedes sentir la atracción (control) de objetos materiales (y no materiales) en
tu cuerpo. Esa es una habilidad
reveladora, que no sólo revela fuerzas no vistas en la vida sino que también te hace cada vez más consciente de tu
ser real, la mente y sus (tus) poderes esenciales en el camino hacia la unidad
con la Energía Suprema, Dios, Allah, Yahveh, Brahma. No es posible sentir o estar consciente de
las atracciones negativas de objetos materiales a menos que primero te vacíes
de tus deseos y tengas la intensión de conocer a Dios y tu realidad. En este estado un sinfín de fuerzas
energéticas se hacen “visibles”, desarrollas ojos y sentidos internos y
empiezas a ver cosas desde el ser real y tu mente real y en ese estado, puedes
controlar y hacer, diferencia del estado normal en que las cosas controlan a la
gente.
La
codicia corta la conexión con las fuerzas divinas, nos controla la materialidad
que oscurece la verdadera realidad de este mundo y de nosotros mismos.
Yoga Sufí
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