domingo, 1 de mayo de 2016

La forma y la sin-forma
Por Sheij Mohammad Abdullah Ansari

“De Allah son el oriente y el occidente; donde quiere que os volváis, allí encontraréis la faz de Allah.” (Sagrado Corán 2:115)

Este ayat (versículo) del Corán obviamente habla de la omnipresencia de Dios, que está es todos lados todo el tiempo.  En realidad, esa interpretación se puede entender aún más profundamente si consideras que el mundo o universo entero es una manifestación de Allah.  Así que, la esencia de toda la existencia es Dios.  Cuando uno llega a un nivel de desarrollo lo único que ve es a Allah.  Pero hay otra manera de interpretar este ayat.
La palabra que es traducido como ‘faz’ o ’cara’ es wajh en árabe.  Wajh, además de significar ‘cara’ también significa ‘intensión, semejanza, principio, manera, propósito, significado,’ entre otras cosas.  Podemos entender con eso que el mundo es la manera en que Dios guía al ser humano para su evolución del estado incompleto en que entramos a este mundo a un estado rumbo a la perfección contemplado por Dios.  Siendo Dios la esencia de todo, La “faz” de Dios es parte de Su esencia, ver eso es verlo a Él.  La Realidad está oculta por una fachada puesta por los egos del hombre y distorsionado aún más por una percepción pintada por el ego, sus deseos y miedos.  Quitar esa fachada y ver su realidad es llegar a la iluminación.
Para lograr lo arriba mencionado Dios no nos ha dejado sin guía.  Además de los escritos sagrados y maestros que aparecen para los que tienen una ansiedad de conocer la Verdad y que están listos, Dios ha salpicado el mundo con señales para guiarnos.  El Corán está lleno de ayats (nota que la traducción literal de ‘ayat’ es ‘señal’ aunque se refiere al versículo) que señalan los maravillosos aspectos del mundo como  la noche y día, la lluvia, el mar y toda la manera en que la naturaleza nos mantiene, para instarnos a creer en Dios y apreciar Su bondad.  Hay otras señales que el mundo y la vida aportan para los que están en la senda o que tienen fuertes deseos de conocer a Dios y hacer lo correcto.
En el gran marco de las cosas, todo es parte de Dios y Su plan, en nuestro segmento de esa gran realidad existe una dualidad necesaria.  Aunque en realidad no hay mal y bien sino fuerzas opuestas que interactúan para crear la materialidad y ese campo de entrenamiento llamado el universo, aquí tenemos que ver y distinguir entre lo bueno y lo malo como parte de nuestro proceso de desarrollo.  De igual manera, aunque a final de cuentas, todo es Allah, para nosotros es necesario diferenciar entre Dios y no-Dios.  Esta que vemos como forma (no-Dios) y sin-forma (Dios).  El mundo es una manifestación de Allah, la esencia de todo se origina de Dios, o más bien, es Dios o hecho de Su esencia.  Su exterior es una creación del ser humano.  Para ver y conocer a Dios hay que ver más allá de la forma, el exterior.
Mi Sheij siempre dice, “Enfoque en Allah”.  ¿Qué significa enfocar?  Por una parte, un sufí siempre tiene en mente (a lo mejor de su habilidad) Dios.  Es como un anhela incansable, una ansiedad al fondo que no permite la persona bajar la guardia por mucho tiempo.  El sufí está en todo momento buscando o asociando todo con Dios (por asociar quiero decir buscando a Dios o una conexión espiritual en todo lo que toca o hace).  Enfocar significa saber que las reglas de Allah, encontradas en los escritos sagrados, son una manera de encajar con Dios o armonizarse con el Universo y por eso está vigilando a sí mismo, checando su conducta y sus reacciones emocionales haciendo elecciones entre lo que es correcto y lo que no lo es.
Otra manera de ver el concepto de ‘enfocar en Allah’ es reconocer como es que el pensar en Dios y/o más efectivamente, al usar sus nombres sagrados para llamarLo, se hace cambios internos así como para sintonizar el cuerpo físico a la frecuencia divina y con eso cambiar el estado de conciencia.  Orar o pedir ayuda de Dios se entiende comúnmente como si Dios fuera una persona, un anciano con una barba larga como está pintado por algunas artistas.  Este concepto de Dios garantiza resultados mínimos o nulos.  Lo que realmente pasa al llamar a Dios con un concepto grande y sin-forma, es sintonizar las frecuencias del cuerpo físico, que es, en realidad, como un radio receptor que tiene un alcance universal, con la ayuda de Dios que está constantemente lista para ser utilizada por nosotros seres humanos.
Como hemos hablado, el concepto que mantenemos de Dios abre o cierra nuestro mundo al abrir o cerrar receptores en el cerebro.  No importa que la mente, la conciencie del corazón espiritual, este conectado con canales a mundos superiores y a la guía divina, si el cerebro físico no está correctamente sintonizado y limpio de alimentación originado del nafs/ego, la guía e información de fuentes divinas no estarán traducidas de forma entendible para la persona.  En este estado, cortado de la mayor parte de los impulsos divinos, el individuo ve el mundo en términos puramente materiales, un mundo pequeño, restringido con posibilidades limitadas.
Este mundo de la persona normal es la forma de lo que hemos designado como ‘no-Dios’.  Este mundo está lleno de ilusiones y engaños.  Es una trampa que atrapa a la gente, encogiendo su mundo y su persona.  En este estado duro y rígido la persona es fácilmente atacada por fuerzas negativas y su vida se convierte en una montaña rusa emocional llena de conflictos y dolor no obstante la cara que muestra al mundo.  En el mejor de los casos esa persona anda por la vida en un estado de sonambulismo, terminando la vida sin desarrollo alguno ni habiendo empezado la tarea que Dios nos a asignado al entrar en esta etapa de nuestra vida eterna.
Es imprescindible que distingamos entre la forma y lo sin-forma.  Sólo así lograremos ‘ver’ a Dios.  Es imprescindible hacer uso del regalo divino del libre albedrío y para hacer eso uno debe estar conciente, alerta en un estado de vigilia constante.  Eso es ‘enfocarse en Allah’.  Concientes de nosotros mismos, escogemos entre acciones correctas e incorrectas y así nos sintonizarnos con las frecuencias positivas que, a su lado, nos trae la guía que nos ayuda seguir en la senda, así como un ciclo virtuoso.
La persona promedio ve el mundo en términos materiales, de formas y a sí mismo de igual manera – su forma, su cuerpo, su imagen-ego, lleno de ideas de quién es y de que va a ser y hacer, su vida es de cosas y sucesos, atrapado en un mundo material condenado de por vida.
La única manera de escapar de esta prisión a la libertad grandiosa y multidimencional es por vaciarse.  Como es arriba mencionado, con la atención enfocada en Allah, en Dios, sintonizado con el Divino, abierto, sin-forma, sin-apego, fluido, flexible.  Como dijo Jesús (la paz sea con él), “Busca el reino de Dios y todo lo demás sigue por añadidura”.  Eso es enfocar en Dios.  El Profeta Mohammad (la paz sea con él) dijo que la lengua del creyente nunca para de pronunciar el nombre de Allah, que quiere decir que su atención e intención se enfocan en Dios y que los más dedicados usan los nombres de Dios, llamandoLo continuamente y así alineándose con el Señor.
La esencia básica de la existencia son los atributos de Allah que nosotros los sufíes dividimos en 99 partes, los 99 nombres de Dios.  Aunque Sus nombres y atributos son infinitos por razones prácticas y por ser mencionados en el Sagrado Corán, los 99 nombres sirvan como método para acercarnos a Él.  En el Génesis Dios dijo que el hombre fue hecho a Su imagen.  Los 99 nombres (atributos) de Allah se encuentran en el hombre/mujer en forma latente y representan esa imagen o aspecto divino del ser humano.  Sólo al activar esta realidad en nosotros podemos realizar nuestro verdadero destino divino.  Nuestra identidad divina no puede existir en el cuerpo lleno de sí mismo, con el ego, el gran YO, la imagen de ser.  Vacíos, Dios nos llena con Él mismo.  Llenos de nosotros mismos nos estancamos y nunca realizamos nuestro potencial.  El Corán dice que en el pecho del ser humano no caben dos corazones.  Escogemos el nafs/ego o a Dios. 

La Tariqa Sufí Islámica Qadiri-Rifai Ansariyya
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