Intención #8
por
Sheij Mohammad Abdullah Ansari
Hay
dos maneras de vivir, conscientemente e inconscientemente. Vivir inconscientemente significa vivir
automáticamente, por hábito, sujeto a los caprichos de la vida, las influencias
de un patrón de conducta aprendida de afuera por la mente reaccionaria bajo la
guía del ser bajo o nafs/ego. Vivir
conscientemente se hace cuando uno empieza a reconocer, sentir y ser guiado por
el corazón o ser real y la mente real – guía interna. Es un fenómeno raro, puesto que el ego ha logrado
convencer a la gente que por seguir sus impulsos, los del ego, uno preserva su
individualidad, es independiente, libre y en control cuando en realidad es lo
opuesto, el ego crea una personalidad falsa que es un clone de conducta aprendida
externamente, que encaja en patrones y categorías lejos de la realidad e
individualidad verdadera de la persona.
Esa persona refleja su alrededor y es todo menos libre e
independiente. Pero hemos hablado de
eso, ahora hablemos de ser consciente y la habilidad de hacer, algo que la
persona inconsciente no es capaz de lograr.
Tradicionalmente
se habla de desapego en sendas espirituales.
Estar libre de las influencias de las cosas materiales y libre de
deseo. Algunos se deshacen de sus
pertenencias y se alejan de la sociedad con la idea de que alejados de la
tentación podrán hacer contacto con su ser interior y la realidad divina. Aunque esa práctica tiene beneficios como una
práctica de periodos temporales, así como parte de un programa de entrenamiento,
los que esperan encontrar la iluminación de esta forma sólo encuentran la paz
cuando no hay problemas para enfrentar y sólo logran la mitad de la
ecuación. Sólo en la lucha se desarrollan
los músculos necesarios para mantenerse en ese lugar de paz que está dentro de
todos. Sólo en la lucha se desarrollan
los músculos necesarios para resistir las tentaciones de la vida. Esconderse de la lucha deja la persona débil
y vulnerable a ataques.
Este
mundo fue creado específicamente para nosotros.
No como un parque de diversión sino como una escuela para nuestra
evolución como seres humanos.
Desafortunadamente (para ellos) la mayoría de la gente está de
pinta. Más bien, no están prestando
atención a los maestros. Los maestros
son todas las cosas y situaciones en el mundo y el cuerpo mismo del ser humano.
En
lugar de alejarse de la sociedad y la participación en ella, los que tienen la
posibilidad de desarrollarse como verdaderos seres humanos, el insan-i-kamil o
ser perfeccionado, enfrentan la vida y participan activamente en ella pero de
una forma diferente. Reconociendo la
vida por lo que es, una escuela y una gran oportunidad, ellos tratan de
mantenerse despiertos. El método es
auto-observación y la remembranza de Dios en todo momento. Cuando estamos observándonos a nosotros
mismos, mirando como si fuéramos otra persona, de una forma, si somos. En este estado, que se desarrolla con la
práctica y en combinación con la segunda parte, la remembranza, nos colocamos
en el corazón, el ser real, quienes somos en realidad. Allí somos el vigilante, observando la
actividad del nafs/ego y sus maniobras y con eso empezamos también a ver y a
entender como funciona toda la demás gente y el mundo en general. La remembranza de Dios, aparte de su método,
el uso de palabras sagradas y vibraciones (de lo que hablaré después),
significa viendo el mundo como una creación amorfa, maleable, temporal,
perecible y no realmente real. El mundo
y nuestra presencia en él tienen propósitos relacionados con una meta más allá de
la vida material, de lo que podemos ver con los ojos ordinarios. Logramos vernos a nosotros mismos y el mundo
desde el corazón, además de librarnos de dolor emocional causado por vivir en
el nafs/ego, afectados por todo lo que pasa alrededor y los ataques personales,
nos damos cuenta de la dualidad de la existencia terrenal – el mundo y el
cuerpo, uno relativamente irreal como un sueño y el otro temporal, destinado a
morir, son al mismo tiempo las claves del desarrollo del alma del individuo y de
su estado de ser en la próxima etapa de la vida posiblemente eterna de la
persona después de su muerte física.
Otro
nivel de vivir conscientemente es el uso de músculos espirituales para abrir
paso a una consciencia elevada y como efecto secundario, una condición material,
emocional y físicamente mejor.
Con
el trabajo, es decir, la meditación y otras prácticas, la presencia de fuerzas
y realidades no conocidas anteriormente se hacen conocidas. Poco a poco una distinción entre el nafs y el
corazón aparece o más bien, vemos y sentimos a las dos como entidades reales y
tangibles. A través del corazón vemos
gradualmente la presencia de otros mundos y recibimos guía hacia decisiones y
acciones que nos convienen. Y vemos al
nafs y su ego por lo que son, semi-realidades que nos engañan y nos conducen a
decisiones y acciones que nos perjudican a largo plazo. Ahora no es una cuestión de sólo seguir
reglas de lo correcto y lo incorrecto o morales religiosos, vemos y sentimos la
realidad de ellos y las seguimos, igual como es que no metemos el dedo en una
flama o cruzamos con carros acercándose a alta velocidad.
También,
con el darse cuenta de lo anteriormente mencionado, los impulsos que se
originan del nafs/ego, como las emociones negativas, toman una forma tangible y
visible o sensible por los sentidos interiores que están ahora
desarrollándose. Visible, esas fuerzas,
también sólo semi-reales, son cada vez más fáciles de controlar. Ya no nos devorará el enojo nos devora, ni la
depresión, tristeza, preocupación o el miedo, su control y su realidad empiezan
a perder fuerza, las vemos como invasores o como moscas que alejamos con un manazo.
Entonces
hay otras fuerzas, fuerzas positivas, como las emociones, anteriormente vistas
como conceptos borrosos, que ahora toman forma y los vemos y sentimos como
vemos y sentimos una silla o como parte del cuerpo. Son aspectos del amor. El amor no es una emoción. Es una fuerza o energía. Tiene una frecuencia vibratoria con que
podemos sintonizar. Sintonizarnos con el
amor que es una decisión que tomamos conscientemente. Los inconscientes viven por azar y sólo de
vez en cuando sienten el amor real.
Confrontado
con problemas, una situación difícil o alguien patentemente ofendiéndose o de
otra forma atacándose, la persona inconsciente reacciona emocionalmente y es como
echar más leña a la fogata. La persona
consciente ve lo que está pasando, las fuerzas vigente en el momento y como la
persona está controlado por su ego.
Todavía puede reaccionar con enojo o miedo o puede escoger comprensión,
compasión y el amor. Si fueran no más
que conceptos o buenas ideas, no tendrían los efectos que pueden tener cuando una
persona despierta las blande. Siendo en
realidad frecuencias de ondas divinas, pueden cambiar por completo no sólo la
situación inmediata sino hacer cambios positivos e increíbles a la persona – a
las dos personas.
El
cuerpo humano es donde todo eso puede pasar.
Nuestra salud física es de suma importancia. Allí en el cuerpo es el taller donde podemos
descubrir cosas maravillosas, hasta todo el universo. El amor, la comprensión, la compasión, la
generosidad y el agradecimiento son realidades tangibles a las que podemos
tener acceso y usar. Abren grandes
vistas de conocimiento, bienestar y hasta atraen buena suerte. Pero para encontrarlas, es decir, realmente
localizar, sujetar y activarlas, uno tiene que desarrollar los músculos
espirituales. El amor, la comprensión,
la compasión, la generosidad y el agradecimiento todos tienen imitadores,
emociones enmascaradas fingiendo ser ellos.
Saber la diferencia requiere trabajo y dedicación y no es nada que se puede
lograr con sólo el cerebro. Experimentar
el amor real es una decisión consciente.
La Tariqa
Sufí Ansariyya
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