lunes, 14 de marzo de 2016

El mal y el bien
por Maestro Mohammad Abdullah Ansari
Mucho ha sido escrito sobre qué es el mal y que es el bien.  Podemos ver el asunto desde un ángulo religioso, es decir, hablar de morales y las leyes de Dios, o del punto de vista secular en que el mal es lo que perjudica a la mayoría de la gente o hace la vida incómoda o inconveniente para los que tienen el poder en un momento dado.
Visto de forma objetiva, como sociólogos o historiadores, lo que constituye el mal y el bien, lo que es correcto o incorrecto depende de la cultura, su condición y sus necesidades y este criterio ha cambiado mucho con el tiempo y el lugar.  Históricamente podemos ver que “los principios morales” no son escritos en piedra o que el concepto de virtudes o principios morales no es algo fijo o concreto.
Bueno, hablando de piedras, según la historia, los diez mandamientos sí fueron escritos en piedra pero los diez mandamientos no hablan del bien y el mal ni lo correcto e incorrecto sino como uno puede conformar o armonizarse con las realidades del universo (generalmente llamadas las leyes de Dios) para no perjudicarse a uno mismo y así tener una vida feliz y prospera.
A final de cuentas, lo que consideramos malo es lo que nos hace daño, interferir con nuestros conceptos personales de cómo deben ser las cosas o lo que nos priva de nuestras posesiones.  De estas definiciones todos los desastres naturales son malos – ellos hacen todo lo arriba mencionado.  Sin embargo, los desastres naturales son ajustes necesarios para la sobrevivencia de la tierra.  Para la tierra son buenos.
Pero la naturaleza aparte, el bien y el mal y los principios morales en general, son cuestiones sociales.  Tiene que ver con relaciones entre personas, nuestro estilo de vida, nuestra tranquilidad y seguridad y como nos llevamos con los demás.  Si alguien te roba, es malo para ti pero bueno para el ratero.  Sin embargo, tenemos que considerar el robo incorrecto porque si no, la sociedad caería en un estado de caos.  Cuanto más deshonestidad en una sociedad más inseguridad y menos probabilidad de que esa sociedad avance en términos materiales (ni hablar de la espiritualidad).
La mera existencia de nosotros en el mundo causa fricción.  Tomamos espacio y usamos recursos que otros quieran o necesitan.  Provocamos envidia, lastima, arrogancia, deseo, fastidio y toda la gama de emociones negativas en otros.  Podemos decir que es problema del otro y tendremos la razón pero no toda la razón.
Recuerda que hemos hablado de cómo el hombre ha creado el mundo con su mente – el mundo es un reflejo de la mente del hombre.  En el Mundo de la Creación Dios ha creado todas las posibilidades y es el ser humano quien escoge y distorsiona lo bueno que Dios nos ha proveído.  La mente es tan poderosa que, como la mayoría de la humanidad ha plasmado un mundo egoísta, bélico y peligroso, nosotros podemos hacer nuestro mundo personal un oasis en el desierto de egoísmo, conflictos y desesperación. 
Todos podemos ver cuando un miembro de la familia o amigo está deprimido, enfermo o enojado.  Aún si trata de disimular sus emociones, algo irradia de su persona que revela su condición.  Aunque muchos están conscientes de este hecho, muy pocos lo han considerado de forma profunda.  Lo vean o no, algo real está pasando.  Una radiación tangible está emanando de la persona.  Tenemos una empatía con familiares y amigos y “ve” sus emociones y hasta sus pensamientos, pero todos estamos radiando ondas de varios tipos e intensidades todo el tiempo y otros, aunque no consciente del hecho, las sienten y reaccionan a ellas.  De esta forma estamos haciendo las relaciones y condiciones en que vivimos.
Los pensamientos que tenemos y las emociones que sentimos tienen sustancia y no son confinados al cuerpo – salen y afectan el ambiente.  Así que si pudieras controlar tus pensamientos y tus emociones, podrías controlar las condiciones de tu vida – cambiar la mala suerte a la buena suerte.
Aunque suena como una introducción de un curso de superación para hacerse rico con pensar positivo, no es exactamente igual.  Lo similar es lo de pensar positivo y el método de inculcación pero allí divergimos.  Los cursos de superación aunque basados en hechos verdaderos son impulsados por egoísmo y materialismo y por eso raras veces dan resultados duraderos porque el ego y las emociones nos engañan y nos conducen a rumbos no armoniosos con nuestra naturaleza real – quienes somos, también cuenta con fantasías no consistentes con las realidades.
¿Qué quieres?  Bueno, si le preguntas a cualquier persona, una persona normal, va a responder con deseos materiales basados en su condicionamiento familiar, cultural y social.  Va a querer lo que ha aprendido es lo que todos tienen o quieren.  Ya ha formado una imagen de ser lo que es una imagen de quien es, formada de sus deseos y fantasías los cuales están basados en su educación y ambiente, es decir, lo que le ha enseñado es admirable y su envidia de otros de este rango.  La mayoría de la gente está imitando a otros.
Cada persona tiene listo y esperando una vida perfecta, un destino hecho a la medida.  Si no estamos viviendo esta vida maravillosa es porque estamos tratando de vivir la vida de alguien más.  Dicen que hacemos nuestro propio destino.  Bueno, sí y no.  Dios ha hecho un destino perfectamente apropiado para cada uno de nosotros, un destino que nos va a gustar más que cualquier otro que podamos imaginar pero por no saber quien somos, por ser controlados por una imagen de ser o personalidad falsa, por desear la vida de otros, por ser miedosos y controlados por las emociones, andamos tras un destino inventado por el nafs/ego que no nos corresponde.  Y así empieza una cadena de problemas, conflictos y descontento.
Ahora, ¿qué quieres?  Antes de contestar, mejor empieza el trabajo necesario para descubrir tu verdadera naturaleza, para hacerte consciente de la verdadera complejidad de tu ser y realidad, para “ver” y entender como funcionan las emociones, las mentes y aprender a controlar la negatividad que llena todos nosotros.
Estamos irradiando vibraciones constantemente, las cuales están haciendo nuestro mundo personal.  Esta acción está inconsciente y caótica.  Estamos sujetos a fuerzas fuera de control. 
Toda la razón para meditar y hacer ejercicios espirituales es precisamente para despertar y cobrar consciencia de lo que está pasando todo el tiempo.  La meta final es sumisión total a Dios o en otras palabras, armonizarnos con el universo para mover con fluidez a través de la vida o vidas.  En camino a esta meta, la consciencia y control de uno mismo y las fuerzas dentro y fuera son habilidades esenciales.  Estas habilidades no llegan por si mismas y no son baratas. 
Continuamos con medidas y hechos específicos.


   
      La Tariqa Sufí Ansariyya

mojamadabdula@gmail.com

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