miércoles, 20 de enero de 2016

la inercia
                                             Por Maestro Mohammad Abdullah Ansari

“Todo cuerpo persevera en su estado de reposo o movimiento uniforme y rectilíneo a no ser que sea obligado a cambiar su estado por fuerzas impresas sobre él.[]”  Eso es la primera ley de Newton – la ley de inercia. 

Isaac Newton descubrió y formuló esta ley para explicar el movimiento y comportamiento de objetos físicos.  Sin embargo esa ley aplica muy bien al ser humano, su movimiento, comportamiento, emociones, cerebro y mente.  De hecho, nuestro viaje espiritual también se conforma con leyes no tan diferentes de los de la física, especialmente la física cuántica – como he dicho, la ciencia física es, en realidad, una extensión de las leyes universales, o sea, espirituales.
La naturaleza de la existencia en esta etapa de nuestra existencia y del mundo en que vivimos es movimiento.  Para encajar y aprovechar de lo que este mundo nos ofrezca tenemos que estar en movimiento – al no mover, empezamos a morir.  (Hay movimiento que no es visible y hay movimiento visible que no tiene vida – hablaremos de eso más adelante) 
Ahora todos deben entender que este mundo tiene un propósito, el de conocer a Dios y el desarrollo del alma que llegó aquí a la tierra incompleta.  Para hacer eso tenemos que estar activos, alertas y trabajadores.  El mundo, así como todo lo demás, es una forma u otra de energía, ondas de diferentes frecuencias y todo que hacemos resuena con diferentes frecuencias que nos afectan de una multitud de maneras positiva o negativamente.
Primero hablamos del cuerpo y la salud.  Hubo un estudio en Estado Unidos de personas jubiladas que mostró que los jubilados que no estaban ocupados con actividades (otro trabajo, hobby o deportes), promedio murieron dentro de los cinco años después de su retiro.  Un dicho chino dice, “Las bisagras de la puerta que no se usan, se oxidan”.  Las personas grandes que no hacen ejercicio o no son muy activas, empiezan a desarrollar dolores en sus articulaciones (sus bisagras empiezan a oxidarse).  De igual forma, el cerebro no usado empieza a morir – literalmente las células cerebrales se mueren (no es por edad sino por falta de uso).
Regresando a la inercia: vemos una conexión o similitud entre la inercia y los hábitos.  El ser humano es una creatura de hábitos.  El cuerpo, el cerebro y las emociones desarrollan hábitos fácilmente por pocas repeticiones de una actividad (o manera de pensar).  Nuestra vida es una cadena de hábitos, o sea, acciones repetidas.  Muchos de esos hábitos son buenos, sin ciertos hábitos tendríamos que pensar en cada movimiento que hacemos todo el día – salir de la cama, vestirse, lavarse los dientes, hacer el café – por pensar en cada movimiento no cumpliríamos casi nada.  Pero el hábito además de aliviarnos de pensar en cada cosa, también significa, como ya dije, no pensar, y actividades habituales hechos automáticamente, sin pensar, inconscientemente, es una forma de dormir.  Así que los hábitos son necesarios hasta un punto pero sumamente perjudiciales a nuestro desarrollo espiritual cuando pasan su punto beneficioso.  Por esa razón la práctica sufí de viajar, mudarse y buscar cambios – hacer las cosas de diferentes maneras y evitar hábitos.  Aunque no me creas, los hábitos además de adormecer el cerebro y disminuir la consciencia, afectan adversamente al cuerpo físico así como al cuerpo energético.  Si estuvieras observándote a ti mismo, especialmente las emociones y sensaciones físicas, te percatarías de ciertas sensaciones negativas, como encogimiento, pesadez, como si algo estuviera echando a perder, cuando se desarrollan patrones habituales excesivas en tu vida (bueno, todos experimentan la cosas un poco diferentes, pero obsérvate (¿sentírate?), trata de sentir y evaluar las sensaciones corporales sutiles.  Realmente el cuerpo empieza a echarse a perder, nuestras ganas de hacer y mover empiezan a disminuir gradualmente y furtivamente hasta que empezamos a enfermarnos.  Paralela con esos sucesos físicos la ley de inercia nos afecta emocionalmente tanto que no queremos cambiar nada, el nivel de energía baja tanto que no tenemos suficiente para ni buscar soluciones o, en caso de la mayoría de la gente, ni se da cuenta que hay un problema.
Los hábitos, buenos y malos, hacen ranuras en el cuerpo energético (contamos con varios cuerpos – en este caso me refiero al cuerpo de patrones que tanto influencia al cuerpo físico como está influenciado por nuestro comportamiento, el cuerpo físico y energético patronal se afectan mutuamente – que crea un círculo vicioso o virtuoso).  Esas ranuras son la programación que guía el cuerpo físico incluyendo el cerebro. 

La única salida de esta declinación fatal es recurrir al intelecto – el intelecto y la fuerza de voluntad.  Como dije arriba, debemos pasar tiempo pensando y evaluando nuestra situación y los motivos e inclinaciones que tenemos y hacer un plan de acción (o rendirnos y seguimos hacia abajo).  Pero, hay un problema como hemos hablado… la fuerza, la energía, la motivación.  Primero te digo si realmente inviertas el tiempo en contemplación, evaluando todo como he explicado en la primer parte de esta serie…

“La cuestión es ¿qué tan grande es tu deseo de lograr la meta?  Todavía no encuentras la energía necesaria para hacer las prácticas así que allí empezamos – contemplación.  Siéntate en forma de meditación, calibra un reloj regresivo (timer) a 15 ó 20 minutos, plantea la pregunta (¿creo, quiero…?), trata de dejar de pensar al principio pero después de unos minutos deja surgir los pensamientos y sólo obsérvalos de forma indiferente.  Haz esa contemplación todos los días hasta que recibas indicaciones o instrucciones concretas.”

 …encontrarás más energía y ganas.  Acción seguida, necesitamos parar el proceso de estancamiento y pudrimiento físico/emocional que está paralizando el movimiento, la marcha adelante.

Como es mencionado arriba, el movimiento y cambio son la naturaleza de este mundo, el estancamiento es la muerte.  Sabes que cada día miles de millones de las células de tu cuerpo mueren y son reemplazadas por otras.  Después de un tiempo determinado el cuerpo se transforma por completo, de hecho cada día el cuerpo no es el mismo que el día anterior (incluyendo el cerebro).  Si es así, ¿dónde está la programación tanto innata (ADN) como desarrollada que hace tú, tú (que te hace quién eres)?  No somos el cuerpo, todo lo material es movido por realidades, entidades, no materiales.  Los cuerpos energéticos, la consciencia (la mente), el corazón espiritual y el intelecto. 
Si quieres vivir tienes que moverte.  Para despertar la energía y recuperar la motivación de moverte y regresar o quédate en el camino hacia la realización, el camino hacia Dios, (después de la contemplación arriba mencionada) haz cambios, rompe hábitos, haz ejercicio, cambia tu horario, reacomodar los muebles, cambia la ruta a tu trabajo, cambia de dieta, deja de ver tu programa favorito de televisión, cambia de manera de vestir, caminar sin rumbo por áreas nuevas, haz cosas que no te gusta hacer… bueno, la lista no tiene fin – deja de hacer o cambia la manera en que haces lo que haces habitualmente y verás un mundo nuevo.
Recuerda que tu cuerpo es la conexión.  A través del cuerpo hacemos la conexión con el universo y la Energía Suprema.  El cuerpo es una herramienta que suministra información importante para nuestro desarrollo espiritual y avisos importantes que, si prestamos atención, pueden ayudarnos evitar muchas dificultades en la vida y en el camino espiritual.
Continuamos con unos ejercicios, inshallah

La Tariqa Sufí Islamica Qadiri-Rifai Ansariyya

mojamadabdula@gmail.com

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