jueves, 3 de marzo de 2016

La respiración, la mente y la Energía Suprema
Por Maestro Mohammad Abdullah Ansari
Muchas escuelas de Sufismo, así como escuelas de esoterismo occidental y de yoga hindú, ponen mucho énfasis en la respiración y el aire.  El enfoque toma varias formas o niveles.  Un factor incluye el acto de respirar y la atención a la respiración lo que concierne al manejo de la mente y otro factor es el aire mismo y su conexión con la energía intrínseca, chi o prana.
El aire es una sustancia invisible que nos da vida.  Sin el aire, morimos en unos minutos.  La manera en que respiramos es muy importante, afecta y es afectada por nuestro estado emocional y espiritual.  Un experimento muy revelador es tratar de observar tu respiración durante todo el día.  La primera cosa que vas a descubrir es que tan difícil es mantener la atención en la respiración por mucho tiempo antes de que la mente sucumba a otros asuntos: actividades, pensamientos o emociones.  Si logras mantener consciencia de la respiración por un periodo prolongado mientras desempeñas las actividades rutinarias de todos los días, verás como la respiración refleja o es afectada por lo que está pasando a tu alrededor o más bien tu reacción emocional a lo que está pasado en tu alrededor.  La respiración cambia continuamente según tu estado emocional – puede ser regular, corta y rápida o hasta te encuentras dejando de respirar por completo.
En este nivel del uso de la respiración, la meta puede ser muy practica – el control, el mantenimiento de la respiración calmada y regular, tiene un efecto calmante y tranquilizante de las emociones dándonos más control de nosotros mismos.  Pero para lograr este resultado tan deseable, tenemos primero llegar a un nivel de consciencia o presencia plena, despierto y viviendo el momento presente, que es la otra meta practica de este práctica de observar o mantener una consciencia de la respiración. 
No hay nada más ‘ahora’, más de este momento, que la respiración.  ¿Qué quiere decir con eso?  El estado normal del ser humano es todo menos que ahora o presente en el momento presente.  Cada actividad, cada objeto visto y cada cosa escuchada provoca pensamientos o cadenas de pensamientos relacionados con tal actividad, objeto o asunto visto o escuchado.  Y esos pensamientos, conscientes e inconscientes, conciernan situaciones u objetos del pasado con sus emociones correspondientes y/o el futuro con otro paquete de emociones – miedo, esperanzas y/o planes la mayoría de los cuales no tienen base en la realidad y no van a suceder.  El hombre o mujer normal sólo está presente cuando está profundamente involucrada en un proyecto como trabajo o pasatiempo – y en ese caso está generalmente en un estado de trance, no realmente despierto.  Existe otro estado, un estado en que uno está presente en el momento, funcionando como cualquiera pero con una consciencia ampliada.  Este estado surte al individuo una visión más clara y extendida del mundo y de él mismo y lo protege de emociones y pensamientos negativos.
La atención a la respiración es un paso importante hacia este estado de consciencia elevada por varias razones y niveles.  La atención a la respiración por si misma nos obliga a estar en el presente y nos obliga a prestar atención o estar consciente de una multitud de acontecimientos, funciones y fuerzas dentro y fuera de nosotros.  Además, el control de la respiración nos ayuda a controlar las emociones y la mente.
Las personas en búsqueda de metas espirituales usan la respiración como una forma de recordatorio del Ser Supremo.  Baal Shem Tov, el fundador de Hasidismo, una rama importante de Judaísmo, dijo, “Cada exhalación regresa a su fuente Arriba y otro respiro llega y entra desde Arriba.  Sabes que tu no estás respirando sino que Dios, bendito sea, está respirando en ti.  Recuerda a Dios, Su Misericordia y Grandeza con cada respiro.  La respiración nos da vida y la observación de ella nos despierta y nos dará conciencia y sabiduría. ‘Todas las almas alaban a Dios con cada respiro’  (Salmos 150)”
Una práctica meditativa sufí junta la respiración con el zikr (dhikr), la remembranza de Dios, repitiendo nombres de Dios, como “Allah” con la inhalación y “Hu” con la exhalación, en todo momento – una práctica similar a los Padres del Desierto, cristianos pre-iglesia.   
Los casos o métodos arriba citados parecen sólo eso, métodos para ayudarnos a desarrollar fuerza de voluntad, mantenernos más alerta a la realidad que nos rodea y a la consciencia de la presencia de Dios.  Mientras eso es verdad, hay mucho más.  El aire y la respiración son más que aire y respiración.  Todo lo arriba mencionado no pasa con sólo desearlo, no es sólo una conveniencia o truco.  No es una coincidencia que el aire y la respiración jueguen un papel importante en todas las tradiciones místicas.  Y aún más, el aire y la respiración son aspectos centrales en todas las religiones formales sin que la gente sepa – aunque no es obvio, la oración y especialmente el canto y el cantar son ejercicios de respiración.
Hay tres componentes que, cuando están funcionando correctamente y que están balanceados, llevan al aspirante a un estado de Ver – un estado de consciencia en que el mundo cambia su apariencia y el individuo empieza a ver con los ojos interiores y otros sentidos empiezan a desarrollarse.  Esta trinidad se compone del aire, la mente y el cuerpo.
Si eres científico o piensas con la racionalidad tridimensional, normal, del hemisferio izquierdo del cerebro, dirías que el aire nos da la vida porque contiene oxígeno y ya, eso es explicación suficiente.  Pero nosotros queremos saber por qué el oxígeno da vida.  Es porque el aire y el oxígeno contienen Hayy, aspecto divino de la vida.  Hayy (se pronuncia Jayy) es uno de los 99 nombres de Dios (los 99 que usamos en la ciencia sufí).  La fuerza que mueve, la energía que da cualquier cosa su poder o sus atributos y característicos distintos, vienen de la consciencia divina que es la base de la existencia o como dice Stephen Hawking, uno de los científicos más importante en este momento, la mente de Dios.  Esta energía que dan poderes y características distintas a cada cosa son ilimitados, como es Dios, pero los dividimos en 99 partes por razones prácticas.  Como un carro no es sólo hecho de metal, plástico y otros materiales y corre con gasolina sino que está hecho y corre por sus atributos divinos, poder (al-Malik y al-Jalil), beneficencia (al-Rajim) y otros ingredientes divinos, el aire saca su energía vital desde la fuente de todo poder y energía.  Así que cuando respiramos, estamos inhalando energía vital, una chispa de la esencia divina.  Pero esta energía no es completa, o sea, sólo está funcionando de una forma parcial por los impedimentos que nosotros mismos echamos en la mezcla, diluyendo su naturaleza divina y bajando su potencia y también le falta un ingrediente, la consciencia de la mente.  La mente real o consciencia del corazón es el principal componente de la trinidad de desarrollo espiritual. 
Cuando una persona respira, la naturaleza material o tridimensional, funciona como cualquier otra función corporal, a un nivel físico.  Cuando conscientemente dirige la atención de la mente a la respiración, el conjunto del aspecto multidimencional del aire y la mente, nuestra conexión a estados y mundos superiores, libera la energía vital llamado chi o prana.  Este aspecto del aire, que realmente está presente en todo lo que existe pero está a nuestra disposición más fácilmente a través del aire, cruza dimensiones o niveles de la existencia, haciendo posible una visión o consciencia más amplia de la realidad. 
Desde el principio de los tiempos el hombre ha usado ejercicios corporales, el cuerpo siendo el tercer componente de la trinidad arriba mencionado, para ejercer y desarrollar la habilidad de lograr esta presencia plena o consciencia integrada que hace la energía vital fluir y elevar la conciencia abriendo los sentidos interiores, llevándonos más cerca del la presencia y unificación con Dios.

Yoga Sufí
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